Un niño equilibrado
- Felipe L. Gutiérrez C.
- 20 feb 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 feb 2023

El desarrollo vestibular (sistema del relacionado con el equilibrio, el control y la orientación espacial), el desarrollo cognitivo (desarrollo de habilidades como la percepción, la atención, la memoria, el razonamiento, el pensamiento abstracto y la resolución de problemas), y el desarrollo psicológico (desarrollo emocional y comportamental), están estrechamente relacionados en los niños.
Durante los primeros años de vida, el sistema vestibular y el cerebro trabajan juntos para ayudar al niño a comprender e interactuar con su entorno. Por ejemplo, las experiencias sensoriales como balancearse, girar y girar, ayudan a desarrollar la percepción espacial y la memoria, lo que a su vez mejora el desarrollo cognitivo.
Además, el desarrollo vestibular también contribuye a la coordinación física, la motricidad fina y gruesa, la postura y el equilibrio, todas habilidades importantes que impulsan el desarrollo cognitivo y emocional.
En este sentido la experiencia del movimiento de los niños juega un papel esencial en dar forma a su personalidad, sus sentimientos y sus logros, a través de la estimulación que aporta y el adecuado desarrollo neurológico que desencadena.
El aprender a leer, escribir o saber matemáticas son capacidades superiores que se construyen sobre la relación integral que se establece entre el cuerpo y el cerebro, es decir las nociones de espacio y el equilibrio que pueda desarrollar el niño.
Los primeros 9 meses de vida son la segunda mitad de la gestación, en el sentido que el sistema nervioso inmaduro del recién nacido termina de desarrollarse, de esta manera, los diferentes estímulos y las diferentes etapas del desarrollo motor tienen un reflejo en el desarrollo del cerebro.
Así podemos darnos cuenta de la necesidad imperativa de proveer a un niño en crecimiento de un entorno rico en estímulos de movimiento que desafíe a superar cada vez mas sus capacidades de equilibrio.
El equilibrio no es algo que se tenga automáticamente es algo que se crea hacia el primer año de vida, la maduración de las conexiones vestibulares se realiza hasta los 7 años de vida y se termina de afinar hasta la pubertad.

También la conexión del sistema vestibular con el sistema límbico (centro de las emociones), provoca que un vestibular hiper o hipo activado conlleve a una sobre o infra excitación del sistema límbico que responderá alertando al sistema nervioso simpático (mediante la reacción de lucha o huida) o parasimpático (alteraciones del ritmo circadiano). Provocando alteraciones conductuales típicas de niños “malcriados” irritabilidad, agresividad o dificultad para dormir.
¿Cuáles son los síntomas generales de un desorden vestibular en la infancia?
Existen varios signos que indican cuando el desarrollo del equilibrio de un niño no esta en un nivel adecuado, además es importante detectarlos ya que como se mencionó anteriormente estos índices pueden predecir un futuro problema de conducta o problemas de aprendizaje.
Estos son:
Se caen más y se lastiman más, porque tienen reflejos de enderezamiento o protección al caerse.
Mayor hiperactividad y distracción por falta de actividad moduladora (filtro) de las impresiones.
Se sienten desorientados en el espacio.
No se marean, incluso después de mucho movimiento.
Pueden tener dificultad en el control de esfínteres.
No hablan bien respecto a su edad. La mala comunicación entre ambos hemisferios, que hace que sea ambidiestro, sin buen manejo de ningún lado del cuerpo, conlleva problemas en el lenguaje, ya que en cada hemisferio hay un área y ambas tienen que poder interactuar correctamente.
Problemas en la lectura o matemáticas, ya que requieren de gran orientación.
Nistagmo (movimiento de los ojos) más corto después de giros.
Tono muscular hipotónico y cansancio rápido. Especialmente falta de tono en el cuello, costándoles mantener la cabeza elevada.
Falta coordinación entre ambas manos y ambos pies. Falta de habilidad manual, con tendencia ambidiestra.
Perdida o falta del equilibrio cuando hay mucha estimulación externa.
Intranquilidad.
Dificultad de escuchar.
Dificultades al leer en voz alta.
Dificultades de orientación espacial, especialmente hacia atrás.
Dificultades para crear imágenes mentales.
En resumen, el desarrollo vestibular y el desarrollo cognitivo son interdependientes y complementarios en niños. Al fomentar el desarrollo vestibular a través de actividades físicas y juegos, los padres y cuidadores pueden ayudar a mejorar el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.
El control se adquiere a través del movimiento. Por consiguiente, el niño no adquiere control y equilibrio siendo forzado durante horas a estar sentado y quieto. En este sentido no debería sorprendernos cada vez más el índice de niños “hiperactivos” y con “déficit de atención” en una sociedad más sedentaria en la que los padres propician el estar sentados frente a una pantalla de celular, computadora o televisión durante horas.
Finalmente existe tratamiento cuando un niño presenta estos problemas , el mismo que comienza por una correcta valoración por parte de un especialista debidamente calificado (neuropsicólogo, estimulador o psicólogo especialista en psicomotricidad), y posteriormente iniciar un adecuado plan de rehabilitación que abarque las áreas tanto de movimiento como cognitivas.
留言